La varroosis, también conocida como varroasis, es una enfermedad, producida por la Varroa destructor, de alcance mundial que afecta a las abejas. Esta patología, producida por un género de ácaros, tiene un ciclo de vida es muy similar al de las abejas. La varroa se alimenta de la sangre de las abejas, conocida técnicamente como hemolinfa. La sangre de las abejas carece de glóbulos rojos, lo que la hace incolora. Pero, además, es rica en magnesio e incoagulable.
Su impacto en la apicultura de los distintos países ha provocado que se hayan desarrollados planes nacionales de actuación para frenar su avance.
Características y ciclo vital de la varroa
Este ácaro posee un aspecto que recuerda al de una garrapata. De hecho, este ácaro mantiene una estrecha relación con las arañas y las garrapatas, ya que todos ellos pertenecen a la clase arácnida.
La hembra adulta de varroa es de color rojizo, ovalada y con cuatro pares de patas. Mientras que el macho y la hembra inmadura son más pequeños y de un tono anacarado. Resulta curioso que sólo la hembra adulta puede vivir fuera de las celdillas de cría, adherida a los cuerpos de las abejas.
El ciclo vital de la varroa tiene lugar en el interior de las colmenas, alimentándose tanto de ejemplares adultos de abeja como de las crías. Cada hembra de varroa sólo puede realizar una puesta de huevos en el interior de una celda de cría operculada. Tras esto, el ácaro muere. Se ha podido confirmar que tiene cierta predilección por las celdas de cría de zángano, debido a que su ciclo de operculado es más largo. Son ocupadas hasta 17 veces más que el resto de celdas de cría.
La primera etapa o fase reproductiva transcurre con las primeras 60 horas, en las que la Varroa deposita su primer huevo, que dará lugar a un macho. A partir de entonces, pondrá un huevo cada 30 horas de los que ya sólo nacerán hembras. La larva de Varroa pasa por los siguientes estadios: protoninfa, deutoninfa y adulto. Una vez que han alcanzado la edad adulta, se macho y hembras se reproducirán entre sí en el interior de las celdas.
Las hembras que hayan sido fecundadas abandonan la celda con la abeja para poder introducirse en otra nueva celda y repetir el ciclo. Esta etapa se conoce como fase forética.
Síntomas de varroosis
Dado que las abejas son parasitadas desde su estado larvario, las abejas suelen nacer con problemas de salud de distinta gravedad. Estos problemas incluyen un peso hasta un 30% por debajo de lo habitual, alas atrofiadas por la falta de proteínas, dificultad para volar, etc.
Es complicado detectar la varroosis en colonias muy pobladas y fuertes. La varroa necesita el calor para reproducirse, por lo que las épocas en las que más actividad tiene son primavera y verano. Llegado el invierno, las abejas están tan débiles que la colmena no puede seguir funcionando con normalidad y acaban muriendo.
Como puedes imaginar, otro de los síntomas más evidentes, además de la presencia de la varroa hembra en las abejas adultas, es la disminución de la población de la colmena. Muchas de las larvas es posible que ni siquiera lleguen a nacer, siendo extraídas por las abejas nodrizas y depositadas las larvas sin vida fuera de la colmena.
Monitorización de varroasis
Una de las formas más eficientes de luchar contra la varroa es realizar un control y seguimiento de la evolución de este ácaro en nuestras colmenas. Es altamente recomendable acudir a la monitorización, lo que podremos hacer a través de tres métodos:
– Corte de cuadro de cría: seleccionamos un cuadro de cría operculada de obreras (cercanas a la piquera) y desoperculamos unas 100 celdillas. Contamos el nº de varroa hembra adulta (color rojizo) y el nº de obreras afectadas para calcular el % de infestación conforme a la siguiente fórmula:
o % infestación = (nº varroas / nº crías obreras) x 100
– Uso de azúcar: el beneficio principal es que logramos la supervivencia de las abejas monitoreadas. Debe practicarse en condiciones secas sin húmedas.
o Se cogen unas 300 abejas de los cuadros de cría y se introducen en un bote transparente de cristal evitando a la reina.
o Colocamos una redecilla sobre el frasco y añadimos una o dos cucharadas de azúcar glass y volteamos el frasco para cubrir por completo a todas las abejas.
o Colocamos el recipiente a la sombra durante 3 a 5 minutos para facilitar que el ácaro se desprenda.
o Volteamos de nuevo el frasco para dejar caer los ácaros sobre una superficie plana para poder contarlos.
Realizamos el mismo cálculo que en el método anterior.
– Uso de alcohol o jabón: consiste en sumergir unas 300 abejas en un recipiente con alcohol para que se separen los ácaros. Con este método se produce la muerte de las abejas muestreadas. Para ello seguiremos estos pasos:
o Cogemos un frasco de cristal y lo llenamos hasta la mitad con alcohol. El líquido del limpia parabrisas ha demostrado dar buen resultado.
o Introducimos las 300 abejas sin la reina, ya que este sistema mata a las abejas analizadas.
o Agitamos el frasco durante un minuto hasta que se desprendan los ácaros.
Finalmente, calculamos el porcentaje de infestación con la fórmula dada.
Tratamientos para la varroa
Una vez que tenemos presente la necesidad de llevar a cabo un tratamiento, tenemos varias posibilidades según la gravedad de la infestación. En total, podemos distinguir tres niveles de infestación:
– < 5%: podemos retrasar hasta dos meses el tratamiento a aplicar.
– 5 – 20 %: debemos tratar tan pronto como desaparezca la cría.
– > 20%: el tratamiento debe ser inmediato por elevado riesgo de supervivencia de la colmena.
La temperatura es uno de los mecanismos más respetuosos con las abejas para exterminar la varroasis de nuestras colmenas. Se sabe que la Varroa destructor comienza a sufrir daños cuando es expuesta a temperaturas superiores a los 38ºC. La temperatura ideal de las cámaras de cría, que es dónde realmente se inicia el problema, es de 34,5ºC. Mientras que para la varroa la temperatura ideal es de 32ºC. Pues bien, a la vista de estos datos podemos aplicar una hipertermia por encima incluso de los 40ºC. Esta temperatura no es en absoluto perjudicial para la Apis melífera y, sin embargo, es implacable contra la varroa.
A pesar de lo dicho, hay que tener muy claro que eliminar completamente la varroa de nuestras colmenas es prácticamente imposible. Por ello, debemos enfocar nuestros esfuerzos en minimizar su presencia e impacto. Para ello, se realiza un tratamiento preventivo en otoño. Por un lado, porque es obligatorio legalmente y, por otro, porque es el momento en el que más varroa podemos encontrar. Por ese motivo, es recomendable realizar un segundo tratamiento en primavera.
Medicamentos autorizados contra la varroa
Como comentamos, en España, la Ley obliga a realizar al menos un tratamiento anual con medicamento autorizado y bajo la supervisión del veterinario de la explotación. Dentro de los medicamentos permitidos tenemos:
– Principio activo a base de amitraz o amidinas – de las moléculas más efectivas:
o Amicel
o Apitraz
o Apivar
– Principio activo a base de ácido oxálico – gran complemento para el amitraz y permitido en la apicultura ecológica:
o Varromed (combinación de ácido oxálico y ácido fórmico).
o Ecoxal
o Oxybee
o Apibioxal
– Ácido fórmico – muy utilizada en apicultura ecológica:
o MAQS
o Varromed (combinación de ácido oxálico y ácido fórmico).
– Timol – respetuoso con la apicultura ecológica:
o Apiguard
o Thymovar
– Piretroides – principalmente flumetrina y tau-fluvalinato. Actualmente, existen muchos problemas de resistencia de la varroa a estos tratamientos por su uso prolongado en el tiempo:
o Apistan (Tau-fluvalinato)
o Bayvarol (Flumetrina)
o Polyvar (Flumetrina)
No tratar a tiempo la varroa deja a nuestras abejas en un estado muy débil de salud. Esto las expone a topo tipo de enfermedades, entre las que destaca la loque o nosemosis.