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Prunus avium o Cerezo silvestre: características y propiedades

Prunus avium es el nombre científico que recibe el cerezo silvestre o cerezo de monte. Esta especie de cerezo dulce es originaria de Europa y el occidente asiático. Durante miles de años ha sido muy apreciado, llegando a ser profusamente cultivado por los griegos y los romanos. En la actualidad, el cultivo comercial que hoy conocemos de los diversos tipos de cerezo, probablemente tenga su origen en el cerezo silvestre.

 

Historia del cerezo silvestre

Sin ninguna duda, si existe una civilización que ha estado muy arraigada al árbol del cerezo, esa es la japonesa. Los cerezos o sakura, en japonés, bañan casi la totalidad del país con sus mantos de flores cada primavera. Es tanta la devoción que tienen por este suceso que le han dado nombre y categoría de festividad: banami. Traducido literalmente signicaría “mirar las flores”. El origen de esta tradición se remonta a siglos atrás, cuando la llegada de la primavera (que conllevaba la floración de los cerezos), avisaba a los japoneses del momento idóneo para plantar el arroz.

 

Los agricultores japoneses consideraban a estos árboles como símbolo de lo sagrado. Tanto es así que estaban convencidos de que eran los propios dioses los que bajaban a sus tierras, provocando esas bellas floraciones, para ayudarles con el cultivo del arroz.

 

Existe alguna teoría que dice que esa costumbre provendría, en realidad, de China. Concretamente de la dinastía Tang que se dedicaban a contemplar las flores del ciruelo.

 

El momento de mayor notoriedad del sakura tuvo lugar con la llegada de la clase samurái. El bushido o «camino del samurái» se relacionó con la existencia tan efímera de las flores del cerezo (un par de semanas al año). Los samuráis finalizan sus días a través de la llamada muerte digna. O lo que es lo mismo: a través del suicidio, conocido en idioma nipón como sepukku o harakiri. Los cerezos, por su parte, se desprenden de sus flores antes de que lleguen a marchitarse, protagonizando una especie de lluvia de pétalos.

 

Características del Prunus avium

El cerezo silvestre es un árbol de grandes dimensiones que puede llegar a medir 30 metros de altura. Su gran copa de tipo piramidal está formada por hojas ovaladas y caducifolias.

 

Sus flores se agrupan en umbelas, tal y como ocurre con las flores de la hiedra. En el hemisferio norte, las flores aparecen de manera simultánea con las hojas. Sin embargo, en el hemisferio sur, aparecen cuando el árbol aún no ha brotado.

 

Las abejas juegan un papel muy importante en la polinización del Prunus avium, ya que es una especie que no es capaz de autopolinizarse. Aunque se han creado otras especies derivadas que sí son autopolinizantes, haciendo innecesaria la presencia de polinizadores.

 

El cerezo silvestre posee al inicio de sus hojas, unas glándulas rojas, denominadas nectarios. Estas glándulas segregan una sustancia que atrae a las hormigas con el fin de que puedan liberar al árbol de otros insectos no deseados.

 

Sus frutos son unas drupas (o cerezas) de color rojo oscuro que, a veces, puede ser incluso amarillo. Posee un sabor ligeramente ácido que es sumamente apreciado en la gastronomía. Sin embargo, hay que tener cuidado con su semilla, ya que contiene ácido cianhídrico. El cianuro de hidrógeno, como también se le conoce a este compuesto, es altamente tóxico. A dosis bajas produce malestar, dolor de cabeza, ansiedad y vómitos, pero en concentraciones más elevadas puede producir parada respiratoria, coma y, finalmente, la muerte.

 

Resulta curioso que es de los pocos frutos que no son climatéricos, es decir, que no maduran una vez recolectados.

 

Propiedades del cerezo silvestre

Como la gran mayoría de las plantas que nos rodean, el Prunus avium también tiene propiedades medicinales nada desdeñables. De hecho, tiene una función diurética importante, debido a la presencia de sales minerales, ricas en potasio, y a los flavonoides. Al igual que el tilo, son capaces de ayudar a nuestro cuerpo a eliminar líquidos de manera natural.

 

Y no sólo eso, las cerezas también son ricas en sales minerales, vitaminas y oligoelementos. Sin embargo, son tres las sustancias realmente importantes: el triptófano, la serotonina y la melatonina. 

 

En cuanto al primero de ellos, el triptófano es un aminoácido que ayuda a nuestro organismo a crear proteínas. De esas proteínas destaca la serotonina, que también la encontramos en la cereza de forma natural. La combinación de ambas sustancias provoca una mejora de nuestro humor, disminución del estado de estrés o ansiedad y ayuda a regular nuestro sueño. Ambos poseen un efecto tranquilizante, que ayuda a su vez a regular nuestro apetito y a combatir el mal humor o la depresión. Por su parte, la melatonina es la hormona principal encargada de regular nuestros ciclos de sueño. Podemos decir que las cerezas poseen cierto efecto ansiolítico cuando son consumidas en altas dosis.

 

Precisamente por la combinación de estas sustancias, los frutos del Prunus avium tienen la capacidad de frenar la oxidación de nuestras células. Se trata de un potente antioxidante que, consumido regularmente, puede ayudarnos a mejorar nuestra salud.

 

Otros usos del Prunus avium

Además de su faceta medicinal, el cerezo silvestre ha encontrado su hueco también en otros sectores. En gastronomía su aplicación está muy extendida, tanto en la elaboración de platos principales como en repostería.

 

Existe un gran interés por este fruto para la preparación de bebidas alcohólicas. En países como Croacia o Italia, se utiliza la variedad marrascas para elaborar un licor cuyo nombre es “marrasquino” o “marasquino”.

 

Por si fuera poco, las abejas aprovechan también la resina para fabricar lo que se conoce como propóleo. Esta especie de resina tratada por ellas mismas la utilizan para fabricar sus nidos y reparar las fisuras o agujeros que puedan sufrir los panales de abejas.

 

El Prunus avium es una planta de la que se aprovecha prácticamente todo, como sucede con los cerdos. Curiosamente, de ahí viene el dicho: “del cerdo, hasta los andares”. La madera del cerezo es de un color rojizo veteado que resulta muy cómodo de trabajar. Esta variedad de madera es sinónimo de calidad en el mundo de la ebanistería por sus grandes cualidades. Aunque, precisamente por sus propiedades, no se recomienda su uso en exteriores al no tolerar del todo bien los cambios drásticos de temperatura.

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