La mosca de la fruta es un pequeño insecto díptero originario de la costa occidental de África. Sin embargo, a pesar de su origen es habitual referirse a ella como mosca mediterránea de la fruta. Esto se debe a que es en los países de esta zona, entre los que se incluye España, donde su incidencia es mayor. Casi ningún cultivo frutal escapa a su acción, siendo de el melocotonero, una de las especies más castigadas.
El término mosca de la fruta se emplea para referirse a más de una especie y familia, siendo la más conocida de ellas la Ceratitis capitata. Existe una segunda especie muy conocida también por el nombre de mosca de la fruta, cuyo nombre científico es Drosophila melanogaster.
Características de la Ceratitis capitata
Esta especie de mosca de la fruta se caracteriza por un tamaño menor al de la mosca común, de cabeza amarilla y ojos rojos muy llamativos. Su cuerpo está adornado por un par de alas irisadas y una especie de escudo color negro y blanco situado en su tórax. El abdomen de este pequeño insecto es rayado entre gris y amarillo.
Su abdomen termina en una protuberancia o oviscapto muy visible. Dicho de otra manera, las hembras de la mosca de la fruta cuentan con un órgano perforador situado al final de su abdomen que les ayuda a poner sus huevos en los frutos.
Vista de cerca, la mosca de la fruta parece casi una obra de arte por los colores y texturas tan llamativas que posee.
Por su parte, las larvas de la mosca de la fruta son de color blanco y alargadas que pueden llegar a medir, una vez alcanzado su máximo desarrollo, entre 7 y 9 milímetros de largo.
Ciclo de vida de la mosca de la fruta
La duración total del ciclo vital de la Ceratitis capitata depende, como suele ser habitual, de las condiciones climatológicas. Esta especie de insecto necesita unas temperaturas elevadas para su reproducción, motivo por el que reduce su actividad considerablemente en los meses de invierno. Cuando la temperatura ambiente alcanza los 14ºC se reactiva. En zonas de clima templado es capaz de completar de 6 a 8 generaciones al año.
Una vez que finaliza el invierno, el ejemplar adulto sale de su escondite, normalmente enterrado cerca de los árboles, para buscar un lugar soleado. A los 15 minutos, el tegumento, es decir, su capa externa de “piel”, se endurece y adquiere la coloración definitiva típica de la especie.
Es en este momento cuando la mosca de la fruta emprende el vuelo. Curiosamente, desarrolla antes sus alas que los órganos reproductivos. Mediante vuelos cortos, la mosca de la fruta buscará superficies arbóreas en las que haya sustancias azucaradas. Normalmente buscará alimentarse de frutas, debido a que necesita unos mínimos de glucosa para alcanzar la madurez sexual. El macho es el encargado de exudar una feromona, que es percibida por la hembra y atraída para completar el apareamiento.
Cuando la hembra ha sido fecundada busca iniciar su puesta en la pupa de las frutas. Se cree que tiene cierta predilección por el amarillo y el naranja, por eso no suele acercarse a frutas maduras. De la misma forma que hace la abeja reina, la mosca de la fruta sólo necesitará ser fecundada una vez en la vida. Después irá fecundando los huevos a medida que vaya poniéndolos.
Si la temperatura es la idónea, los huevos eclosionarán en 2 días. Después las larvas se alimentarán de la pupa de la fruta. Cuando finalicen su etapa larvaria, éstas salen de la fruta y se entierran en el suelo, donde pasarán de pupa a adulto.
Síntomas de la mosca de la fruta
La Ceratitis capitata es considerada una plaga muy importante para los cultivos de todo el mundo. Aunque la capacidad de expansión o transporte de este insecto es bastante limitada, lo cierto es que la comercialización global de los productos agrarios ha facilitado en gran medida su dispersión por todo el mundo.
Una vez que la hembra ha puesto los huevos en la fruta, lo único que se percibirá son pequeños agujeros en la piel del fruto. Pero la auténtica responsable de los graves daños que pueden producir es la larva de la mosca de la fruta y no sus ejemplares adultos. Estas larvas, que se alimentan vorazmente de la pupa de la fruta, excavan galerías en su interior que apenas son perceptibles desde fuera. A medida que pasan los días, la fruta comienza a podrirse y exuda una sustancia que nos hace saltar todas las alarmas.
Hay que tener en cuenta que las larvas evacuan sus excrementos en el interior de los frutos, lo que sirve como puerta de entrada para multitud de hongos, entre otros, que, además, producen putrefacción. Todo ello produce una maduración precoz del fruto.
Cómo eliminar la mosca de la fruta
En la actualidad, existen varias líneas de tratamiento para acabar con este insidioso díptero. En primer lugar, y como única opción contrastada, tenemos el control fitosanitario dividido en tres categorías:
– Empleo de productos autorizados para cada tipo de cultivo. Elegir el mejor insecticida para la mosca de la fruta en base al cultivo afectado puede ser clave en su erradicación.
– Uso masivo de trampas. Normalmente estas trampas cuentan con un mecanismo muy sencillo: atraen a la mosca de la fruta que puede entrar, pero no salir de la trampa.
– Machos estériles. Esta técnica está pensada para tratar grandes superficies de cultivos afectados. De esta manera, los machos, previamente criados y esterilizados mediante radiación, se aparearán con las hembras silvestres poniendo únicamente huevos no fecundados y, por ello, no viables.
Respecto al control biológico lo cierto es que a día de hoy no cuenta todavía con estudios que afirmen categóricamente su efectividad. Sin embargo, sí son varios los estudios que han situado a las larvas de la avispilla, Diachasmimorpha tryoni, como enemigo natural de la mosca de la fruta. Estas líneas de investigación están aún en sus primeras fases, por lo que no son 100% fiables.