El jabón potásico o potasa es un compuesto a base de potasio muy empleado en la limpieza doméstica y en jardinería, donde actúa como un potente insecticida. Su principal valor reside en el bajo grado, casi nulo, de toxicidad con el medioambiente. De ahí que sea elegido como uno de los principales mecanismos de lucha contra plagas en la agricultura ecológica.
Dado que no funciona como un insecticida sistémico, porque no penetra en la planta, su eliminación es mucho más rápida e inocua.
Composición del jabón potásico
La receta de este compuesto es sencilla:
– Agua
– Lípidos o aceite vegetal (puede ser el de oliva o de girasol), incluso de cánola o de maíz.
– Hidróxido potásico (KOH), más conocido como potasa cáustica.
Este último es un alcalino muy fuerte y extremadamente corrosivo e higroscópico que suele presentarse en forma de escamas blancas o cristales. Gracias a su capacidad para absorber el agua es también posible disolverlo en ella. Para su obtención únicamente hay que realizar una electrólisis de una solución de cloruro de potasio.
Al entrar en contacto el aceite vegetal con el hidróxido potásico se produce una reacción química que libera una glicerina soluble en agua. Esta reacción se conoce como saponificación.
Para su manipulación es importante extremar las precauciones ya que, por sus propiedades, el hidróxido potásico es muy tóxico.
Propiedades del jabón potásico
Como hemos comentado, una de sus principales ventajas es su comportamiento respetuoso con el medioambiente. Existe una creencia errónea acerca de la capacidad para biodegradarse del jabón potásico.
Esto se debe a que, cuando el jabón potásico se lixivia o, lo que es lo mismo, se separa en las sustancias que lo componen, se incorpora a la tierra y es neutralizado por el efecto buffer. Este proceso permite mantener estable el pH de la disolución. Al caer a la tierra, el jabón potásico se convierte en carbonato de potasio, totalmente inocuo para las plantas. De hecho, su absorción puede enriquecer las propiedades del suelo.
Si se realiza una mala mezcla o composición en su elaboración, se puede producir un exceso de hidroxilos, lo que provocaría una alteración del pH del suelo y perdería su “falsa” capacidad de biodegradarse.
A menudo es utilizado junto a otros insecticidas, gracias a su capacidad para limpiar las hojas de las plantas y facilitar la absorción de otros insecticidas o productos. Es muy habitual emplear de manera conjunta aceite de Neem y jabón potásico.
Usos de la potasa
El principal cometido de este compuesto es, sin duda, como insecticida natural contra muchas especies:
– Pulgones.
– Negrilla.
– Mosca blanca.
– Araña roja.
– Cochinilla.
– Trips.
– Crisopa.
La potasa puede acabar casi con cualquier plaga que afecte a nuestras plantas. Aunque lo cierto es que tiene una efectividad bastante más elevada en insectos de cuerpo blando y artrópodos. Esto se debe a que, en elevadas concentraciones, ejerce un efecto de ablandamiento de la cutícula en estos pequeños insectos, provocando a su vez una obstaculización de las vías respiratorias y, con ello, la muerte del insecto.
No sólo ataca directamente a las plagas sobre las que sea pulverizado, sino que la potasa es capaz de limpiar la superficie de la planta. Esto es realmente útil para eliminar la melaza que suelen dejar algunos de estos insectos, como los pulgones, que acaban atrayendo a otros (hormigas, abejas, etc). Sin embargo, el jabón potásico no produce efectos en polinizadores, como las abejas, o insectos más grandes, enemigos naturales de estas plagas.
Cómo hacer jabón potásico casero
Este producto puede ser comprado ya preparado para su pulverización en nuestras plantas. No obstante, también es posible su elaboración en casa como se ha hecho durante años.
La proporción de alcalí, es decir, hidróxido de potasio o, en su defecto, hidróxido de sodio, y ácidos grasos, como soja, oliva o girasol, es de 1 a 1. Utilizaremos la misma cantidad de ambas sustancias para su preparación. Con esta mezcla conseguiremos un compuesto con un pH muy elevado y que es relativamente soluble en agua. A partir de ahí, podemos ir añadiendo agua para rebajar nuestra mezcla y hacerla mucho más manejable. Este jabón potásico sin diluir tiene una concentración del 50%.
Respecto a la cantidad de agua a incorporar a nuestra mezcla, debes disolver el jabón potásico en un 1% o 2% de agua.
Debes tener en cuenta que si optas por emplear agua desde el inicio, comenzando por unir el hidróxido de potasio y el agua, la temperatura de la mezcla va aumentando progresivamente. Esta reacción es del todo normal. Para incorporar el aceite vegetal, lo idóneo es que éste se encuentre a temperatura ambiente para facilitar la tarea. Así que puedes calentarlo previamente al “baño María” y después esperar también a que se enfríe un poco.
Puedes usar una batidora para realizar todo el proceso de mezclado. Para su almacenamiento lo más correcto es hacerlo en envases de vidrio o de plástico.
Modo de aplicación
En primer lugar, es importante realizar su aplicación antes o después de la salida del sol. Con ello evitamos que el producto se evapore por la acción del calor antes de desplegar todos sus efectos.
Tampoco debe aplicarse cuando llueva o haga viento, ya que se perdería y reduciría parte de sus propiedades. Lo importante es intentar que el producto esté en la superficie de la planta afectada durante el mayor tiempo posible.
Este tratamiento no es inmediato, por lo que tendremos que aplicarlo durante 15 días de manera continuada. Este proceso lo llevaremos acabado durante tres o cuatro meses, dejando algunos días de descanso entre un tratamiento y el siguiente.
Por último, debemos fijarnos y poner especial atención en aquellas zonas de la planta donde la plaga está más presente. Es ahí donde debemos añadir una mayor cantidad de jabón potásico.