Con la llegada del final del verano, aparecen las primeras hormigas voladoras. Estos insectos no son ninguna especie concreta de hormiga como mucha gente erróneamente cree.
Y aunque lo normal es que ocurra sobre los meses de septiembre u octubre, en ocasiones, y debido al cambio climático que ha traído consigo temperaturas anormales en cada estación, es posible verlas en otras épocas del año.
¿Qué es el vuelo nupcial?
El motivo por el que sucede este movimiento masivo de hormigas voladoras no es otro que el desarrollo del conocido vuelo nupcial. Las féminas de esta familia de insectos deben emprender el vuelo en busca de un macho que las fecunde para lograr la continuidad de su especie.
Para que esto ocurra deben darse unas condiciones ambientales concretas: temperaturas relativamente altas con presencia de las primeras lluvias. Las temperaturas cuando son elevadas permiten a las hormigas volar con mayor facilidad. Y un grado de humedad alto facilita la tarea de excavar el nido. Por lo que no es casualidad que este sea el momento elegido.
Los machos son siempre alados, mientras que las hembras sólo poseen altas hasta que son fecundadas. Esto es lo que les permite desarrollar el vuelo nupcial. Una vez que son fecundadas, las hormigas con alas, denominadas princesas, pierden las alas. En ese momento buscarán un lugar en el que asentarse y comenzar con la puesta de huevos.
Después del vuelo nupcial de las hormigas voladoras
Cuando la hormiga voladora es fecundada, rara vez vuelve a la colonia de la que emprendió el vuelo. Esto es un rasgo importante que les diferencia de las abejas, ya que la abeja reina sí regresará a su colmena para poner los huevos.
Por otra parte, los machos, una vez que han fecundado a la hormiga reina, tienen un fatal desenlace. Del mismo modo que ocurre con los zánganos, las hormigas macho no son capaces de alimentarse por sí mismos. Sin embargo, mientras que los primeros pueden volver a la misma colmena para alimentarse y seguir fecundando otras reinas, los segundos no pueden volver a su colonia, por lo que acaban muriendo de hambre. Esto es lo que marca la diferencia entre la esperanza de vida de las hormigas con alas hembra y las hormigas voladoras macho. Un ejemplo muy extremo de esto lo encontramos con la especie Ectatomma ruidum, cuyas hembras alcanzan los 8 años de vida, a diferencia de los machos que apenas cumplen los 7 días.
Las hembras por su parte pierden las alas o, mejor dicho, se arrancan las alas. El principal motivo es que ya no necesitan las mismas, pues no tienen que salir del hormiguero ni desplazarse en busca de un macho que las fecunde.
Tipos de hormigas con alas
Aunque ya hemos dicho que las hormigas voladoras no son en realidad ninguna especie en concreto, sí podemos distinguir ante qué especie nos encontramos. Las más habituales en España son la Messor barbarus y la Lasius niger.
La primera de ellas es la que veremos con más frecuencia en los meses de septiembre y octubre. La especie Lasius niger, en cambio, es más prematura, empezando su vuelo nupcial en el mes de junio.
La Lasius niger es conocida como “hormiga negra de jardín” y puede ser encontrada en prácticamente toda Europa. Es de color negro con reflejos grises y su reina puede llegar a medir 11 milímetros. Su esperanza de vida es de 12 años.
En el caso de las Messor barbarus normalmente son de color negro con algunas tonalidades rojizas en la cabeza. Son más típicas del sur de Europa y su reina puede llegar a vivir hasta 30 años.
Importancia de las hormigas voladoras
Las hormigas voladoras no pican y tampoco muerden. No se trata de ninguna especie de hormiga agresiva por la que debamos asustarnos o pensar en su eliminación. Resulta ciertamente impactante ver una gran cantidad de hormigas de un tamaño mayor al habitual revoloteando, pero no suponen ningún riesgo. No tenemos que preocuparnos si aparecen hormigas voladoras en casa, ya que no significa nada más que ha comenzado su época de apareamiento.
El motivo por el que las hormigas con alas que vemos son de mayor tamaño es sencillamente porque estamos ante machos, que habitualmente son más grandes, y reinas no fecundadas, que también cuentan con un mayor tamaño.
Estos insectos, como muchos otros, juegan un papel importante en el ecosistema. Sin su presencia, algunos depredadores verían muy mermadas sus posibilidades de alimento. Es el caso de la mariposa hormiguera o el oso melero, que no sólo se alimenta de las hormigas, sino también de las abejas.
Pero, sin duda, uno de los grandes perjudicados en caso de que estos insectos desaparecieran sería el pulgón. Lejos de alimentarse los unos de los otros, las hormigas protegen a los pulgones de depredadores naturales a cambio de la melaza que estos producen. Esta relación de conveniencia es conocida en el argot como simbiosis.