El girasol o Helanthus annuus, en latín, es una de las plantas más reconocidas a nivel mundial. Actualmente, esta planta, aunque originaria de Centro y Norteamérica, se ha extendido por casi todo el mundo.
Existen hasta 50 especies de girasol, de los que una gran parte son anuales y otra menos representativa son perennes. Para poder diferenciar cuándo estamos ante un girasol caduco y cuándo ante uno perenne podemos fijarnos en los siguientes aspectos:
- Cabezas de semillas: mientras que los anuales pueden tener cabezas grandes o pequeñas, las especies perennes sólo poseen cabezas pequeñas.
- Floración: los anuales florecen al año de haber sido plantado. Sin embargo, para las especies perennes habrá que esperar al menos dos años para disfrutar de su primera floración.
- Raíces: el girasol anual tiene unas raíces en cadena poco profundas, mientras que el girasol perenne posee tubérculos y rizomas adheridos a sus raíces que, además son mucho más profundas.
- Crecimiento: las especies perennes tienen un crecimiento mucho más lento que las anuales, que realizan todo su ciclo en el transcurso de un año.
- Semillas: los girasoles perennes no poseen tantas semillas, ya que se extienden a través de sus raíces. En cambio, los girasoles caducos lo hacen a través de sus semillas, por lo que cuanto más grandes y mayor cantidad posean, mayor posibilidad de expandirse.
- Patrón de crecimiento: por último, las especies perennes crecen en grupos con muchos tallos y las especies caducas suelen crecer de un único tallo espaciados entre sí.
El origen de su nombre se cree que proviene de dos palabras griegas; ἥλιος que significa helios (sol) y ἄνθος cuya traducción es antrum o flor. Por tanto, nos encontramos con la flor del sol. Lo que no es casualidad, ya que esta planta es capaz de seguir el rumbo del sol.
La planta de girasol tiene la siguiente taxonomía:
- División: Magnoliophyta
- Clase: Eudicotyledoneae
- Orden: Asterales
- Familia: Asteraceae
- Subfamilia: Asteroideae
- Tribu: Heliantheae
- Subtribu: Helianthinae
- Género: Helianthus
- Especie: Helianthus annuus
Heliotropismo del girasol
El heliotropismo, como se conoce este fenómeno, permite a los girasoles aprovechar la luz solar durante el máximo número de horas posibles. Es sabido la importancia que tiene el sol en la fotosíntesis de la planta, además de fomentar la producción de auxina, la hormona del crecimiento.
De tal manera que la parte que no queda en el sol, acumula mayor cantidad de esta hormona, aumentando su ritmo de crecimiento por horas. Al llegar la noche, la auxina vuelve a distribuirse por igual en toda la planta, haciendo que el girasol recupere su forma erguida y recta. Lo más revelador es que esto sólo ocurre mientras el girasol está en época de crecimiento, ya que, una vez alcanzada la madurez, la planta quedará mirando siempre hacia el levante y no volverá a girar. Parece ser que esa orientación facilita la polinización de las abejas, que están más activas por la mañana. Como el sol sale por el este, los girasoles reciben los primeros rayos que calientan su capítulo, produciendo de manera más temprana el polen.
Partes de la flor de girasol
A pesar de lo que solemos creer, el girasol no posee sólo una flor, sino cientos. La parte amarilla no es la flor del girasol, sino lo que se conoce como flor lateral o lígula. En el interior de estos “pétalos amarillos” se disponen las pequeñas flores marrones o inflorescencia, formando un todo, que quedan sobre el receptáculo floral. Estas flores tubulares y poco llamativas son las encargadas de producir las pipas.
La suma de todas las partes (flores tubulares marrones, flores liguladas y el receptáculo floral) se conoce como capítulo, no siendo en realidad una única flor de grandes dimensiones.
Propiedades de las pipas de girasol
Las semillas es con seguridad la parte del girasol que más beneficios reporta. Concretamente, son muy ricas en ácidos grasos y nos aportan una gran cantidad de micronutrientes, antioxidantes y sales minerales.
Los valores nutricionales de 100 gramos de pipas de girasol son los siguientes:
- Calorías: 584 kcal
- Hidratos de carbono: 20 g
- Grasas: 51,46 g de las cuales, saturadas: 4,45 g, monoinsaturadas 18,52 g, Poliinsaturadas 23,13 g
- Proteínas: 20,78 g.
En lo que a calorías se refiere, es cierto que las semillas de girasol nos dan un gran aporte de éstas, pero sus beneficios superan con creces este estigma. Los valores de los micronutrientes son:
Vitamina B1 (Tiamina): 1,48 mg.
- Vitamina B2 (Riboflavina): 0,36 mg.
- Vitamina B3 o Vitamina PP: 8,34 mg.
- Vitamina B9: 227 μg.
- Vitamina J o colina: 55,1 mg.
- Vitamina C: 1,4 mg.
- Vitamina E: 35,17 mg.
- Calcio: 78 mg.
- Magnesio: 325 mg.
- Hierro: 5,25 mg.
- Fósforo: 660 mg.
- Potasio: 645 mg.
- Sodio: 9 mg.
- Zinc: 5 mg.
Gracias a toda esta composición, las pipas de girasol son un gran aliado contra el colesterol y triglicéridos. Previene las enfermedades cardiovasculares gracias a su alto contenido en vitamina E que actúa como un poderoso antioxidante. Además, esta vitamina junto a los ácidos grasos esenciales mantiene nuestra piel hidratada.
Por otro lado, su alto contenido en selenio ayuda a nuestra tiroides, controlando y regulando muchas funciones de nuestro cuerpo como son la temperatura, el metabolismo o la frecuencia cardiaca.
Por si todo esto fuera poco, existen estudios que afirman que las semillas de girasol ayudan a combatir los radicales libres (humo de tabaco, alcohol, etc.) que, a su vez, son los responsables de generar ciertas enfermedades como el cáncer. Además, se sabe que los nutrientes presentes en estas semillas poseen compuestos quimiopreventivos, deteniendo el crecimiento de tumores y frenando el desarrollo del cáncer.
Sabemos que las dietas con alto contenido en fibra ayudan sustancialmente a controlar el índice glucémico, equilibrando así el nivel de azúcar en sangre. De hecho, incorporar a nuestra dieta el aceite de girasol, extraído a partir del prensado de las semillas, a pesar de lo que muchos creen, no es un error. Sencillamente, hay que tener en cuenta que el aceite de oliva posee muchos más beneficios para nuestra salud que el de girasol, de ahí que se haya eregido como el aceite por excelencia.
Por último, debido a la presencia del magnesio, que es un mineral esencial capaz de equilibrar la relación calcio/potasio en células y regular la presión arterial, es una gran alternativa para combatir la pérdida ósea. Mejora la coagulación de la sangre, la calcificación de los huesos e, incluso, reduce los dolores de migrañas y la fatiga crónica.