Las abejas utilizan, entre otros elementos, el sol para orientase y así conocer la localización de su colmena o de diferentes zonas con floración para la recolección de néctar y polen. Por eso, tener identificada la dirección en la que sucede el amanacer o el atardecer y la orientación de los rayos del sol, les ayuda a entender cómo moverse correctamente.
Por ello, es muy importante tener en cuenta los siguientes factores para proporcionar la mejor localización a las colmenas.
Orientación de la colmena:
Se recomienda orientar las piqueras hacia el este o el sur. Diversos estudios han demostrado los beneficios de orientar las colmenas al este, puesto que es la dirección por la que sale el sol cada día. Esto les permite aprovechar el mayor número de horas de luz posible, mejorando la eficiencia y productividad en la recogida de néctar y polen.
Si las abejas son capaces de detectar los primeros rayos de sol, despertarán mucho antes y comenzarán de buena mañana a introducir recursos en la colmena. Mientras que si la colmena está mal orientada, podrían tardar un par de horas en detectar el inicio de la jornada, lo que retrasaría la productividad de la colmena.
Distancia de la colmena al suelo:
Lo adecuado suele ser unos 20-30cm. Mantener una cierta distancia al suelo, ayudará a las abejas a evitar que la humedad de la tierra entre en la colmena. Además esto también puede ayudar a disuadir a algunos pequeños animales o insectos de entrar a la misma. Los peligros de que esto suceda son el pillaje o el exterminio de la colmena, si el intruso busca alimentarse de ellas.
Según la climatología de la zona, la distancia recomendada puede ser mayor o menor a la indicada. En zonas de clima más seco, que no sufren inviernos excesivamente lluviosos, la humedad es mucho más baja. En cambio, en zonas del norte peninsular, esta distancia juega un papel muy importante.
Inclinación de la colmena:
Alrededor de 3-5 cm de inclinación es idóneo para evitar que el agua se acumule en la tapa. La acumulación de agua puede afectar negativamente a los niveles de humedad. Controlar esa humedad resulta algo esencial en una colmena, ya que de lo contrario podríamos enfrentarnos a la aparición de hongos y otras patologías no deseadas.
Evitar el viento y las corrientes de aire:
Colocar las colmenas en una zona cubierta evitará las caídas de las colmenas y los enfriamientos debido a las grandes rachas de vientos. Este punto es vital, sobretodo, de cara al invierno, ya que les será mucho más complicado mantener la temperatura dentro de unos niveles adecuados.
Y este no es el único problema al que se enfrentan cuando las rachas de viento son constantes. La dificultad añadida al vuelo de las abejas podría complicar sobremanera el vuelo nupcial de la abeja reina. Huelga decir el esfuerzo añadido para las abejas pecoreadoras que portan el polen de vuelta a la colmena.
Contaminantes o pesticidas en cultivos:
Resulta primordial realizar una revisión y pequeño estudio previo de la zona elegida para evitar instalarlas en zonas en las que se usen pesticidas que puedan afectar a la colmena. Unos niveles demasiado elevados de toxicidad pueden causar efectos devastadores en la población de una colmena.
Esto sumado al estrés sufrido por las que queden vivas, que soportarán todo el peso de la supervivencia de la colmena, podría acabar con un resultado fatal. Además, este extremo queda fuera de la mano del apicultor, por lo que, una vez instalada la colmena y detectado el problema, poco más se puede hacer, salvo mover de ubicación el apiario.
Distancia a núcleos poblados:
Aunque la regulación establece que la distancia mínima debe ser de 400 metros, lo cierto es que existen algunas circunstancias que nos permiten reducir esa distancia. La existencia de pendiente en el colmenar o el hecho de que la finca esté vallada son algunos de esos ejemplos.
Con independencia de que se cumplan las medidas exigidas por la normativa vigente, recordamos la importancia de señalizar debidamente el colmenar. Mantener informados a los viandantes puede ahorrarnos infinidad de problemas futuros.
Cercanía a fuentes de agua o zonas fluviales:
Se localizarán los colmenares cerca de zonas con suministro de agua, incluso en verano. Si no fuera posible, el aporte de agua debe ser constante por parte del apicultor. Crear pequeños estanques o colocar bidones con agua pueden ayudar eficazmente a solventar este inconveniente. El acceso al agua puede marcar la diferencia en términos de producción. Cuantas más abejas y más tiempo empleen en recoger agua, menos tiempo y abejas pecoreadoras tendrá la colmena para obtener otros recursos (néctar, polen, etc).
Acceso a fuentes de alimento:
Se deberá buscar una zona próxima a entrada de polen y néctar abundante en todas las estaciones del año. Esto es aplicable esencialmente en el caso de que dejemos las colmenas fijas. Por su parte, si practicas la trashumancia podrás centrarte únicamente en la estación del año en cuestión para cada ubicación. Aunque la distancia máxima a la que se alejan las abejas puede superar los 3 km (nunca más de 8km), lo ideal sería que no tuvieran que hacerlo.
Hay que tener en cuenta que cuanto mayor sea la distancia recorrida, mayor será el tiempo invertido y el esfuerzo que la abeja tendrá que hacer. Esto incide proporcionalmente en la cantidad de néctar y polen que recogen y, por consiguiente, del polen y la miel producida por colmena.
Localización segura de las colmenas:
Las colmenas deberán estar alejadas de zonas fácilmente inundables, tales como veredas del río o zonas en las que pueda haber crecidas. Lógicamente, esto podría echar a perder tu colmena debido al efecto demoledor de las corrientes de agua. Cualquier inferencia meteorológica adversa tiene un gran impacto en la salud y provenir de un apiario. Tener que enfrentarse a condiciones extremas del entorno reduce considerablemente la productividad de las colmenas. En otros casos, podría suponer el declive del apiario.
Accesibilidad para el manejo y tratamiento:
Permitirá realizar los manejos de una forma más fácil y acceder a ellas de forma favorable para la realización de tratamientos y revisiones. Aunque este punto pueda parecer nimio, no debemos perder de vista que cuanto menos tiempo y menos perturbemos el descanso y tranquilidad de las colmenas, mayor será su rendimiento. Para eso es importante que el manejo pueda hacerse de forma ágil, lo que conseguiremos ubicando nuestras colmenas en zonas accesibles.
Proximidad a otros colmenares en la zona:
No se recomienda instalar las colmenas en zonas con alta masificación. La distancia mínima recomendada es de 2-3 km entre apiarios. La competencia por el alimento, debido a la falta del mismo en la zona, puede ocasionar problemas, tanto en los cultivos como en las propias colmenas.
Además, el riesgo de que se produzca un pillaje procedente de otro apiario es mucho más elevado si la distancia entre ambos es reducida. Pero este no es el único problema al que podremos enfrentarnos.
Dualidad de sol y sombra:
Disponer de una sombra parcial ayudará en los meses de más calor a disminuir la temperatura de las colmenas. Por ende, en los meses de invierno, contar con unas horas de sol les ayudará a aclimatarse. Si no fuera posible, pintar las colmenas con cal muerta ayuda a disipar en gran medida el calor.
Gracias a esta técnica podemos reducir unos grados la temperatura máxima alcanzada. Al reflectar los rayos de sol, se impide que estos se acumulen en la tapa de nuestra colmena incrementando la temperatura de la misma. Cuestión importante es que este compuesto es totalmente inofensivo para las abejas, lo que lo hace muy apropiado para este fin.