La avispa alfarera o avispa terrera pertenece a una subfamilia de las avispas, es decir, de la familia Vespidae. Durante algún tiempo, estuvieron consideradas como una familia aparte ya que alberga hasta 200 especies de avispas alfareras.
El nombre científico que reciben estas avispas es eumeninos, en latín “Eumininae”. La gran mayoría de las especies que integran esta familia son predadoras solitarias. Además, algunas de ellas se han convertido en especies invasoras en zonas que hasta hace no mucho no habitaban.
Características de la avispa alfarera
Este tipo de avispa suelen presentar una coloración inversa a diferencia de las avispas comunes como la vespa crabro o, incluso la avispa velutina. El color predominante es el negro marcado de forma llamativa por franjas de color que van desde el blanco hasta el rojo, pasando por el amarillo o el naranja.
Su tamaño, mayor que el de las avispas comunes, suele rondar los 17 milímetros. No obstante, debido a la infinidad de especies que completan esta subfamilia, podemos afirmar que existen ejemplares mayores.
Un rasgo muy característico de la mayoría de estas avispas terreras es el segmento que sirve de separación entre el tórax y su abdomen. Es una parte muy visual que permite diferenciar a la avispa alfarera de otras especies más peligrosas.
Reproducción de la avispa terrera
La avispa alfarera recibe este curioso nombre precisamente por su capacidad para elaborar nidos de barro para sus crías. Aunque lo cierto es que no todas las especies de esta subfamilia son dadas a ello, ya que la mayoría suele buscar alguna zona en el suelo o cavidad en la madera para colocar sus nidos.
Las hembras de avispa alfarera colocan los huevos suspendidos por un filamento al techo del nido. Una vez que tiene construido el nido, buscará orugas y arañas que paralizará con su veneno para poder introducirlas en el nido como futuro alimento para las crías. Cuando tiene la comida suficiente, pone los huevos y cierra el nido con un tapón de barro.
Para la elaboración de estos nidos la avispa alfarera emplea su saliva a modo de cemento para dar forma de ánfora al nido. Esta función, exclusiva de la hembra, ha provocado una gran diferenciación entre sexos; mientras que los machos apenas llegan a las 3 o 4 semanas de vida, las hembras de avispa terrera alcanzan normalmente los dos o tres meses de vida. De este modo se asegura la supervivencia de la especie.
Picadura de la avispa alfarera
Si tenemos en cuenta que la avispa alfarera utiliza su veneno para aturdir, pero no matar a sus víctimas, es fácil darse cuenta que su veneno no es especialmente potente. De hecho, la única función de este veneno es, como hemos dicho, permitir a la hembra introducir a orugas, gusanos y arañas en el interior de sus nidos para que sirvan de comida a las futuras larvas.
Es importante también saber que este tipo de eumininos no son agresivos. No es nada habitual que una avispa alfarera pique a un humano, ya que rara vez se acercan a estos. Aunque como todo animal, en este caso insecto, si se siente amenazado puede darse que se defienda. Estas avispas de carácter solitario rara vez son encontradas en grupo, pero debido a su afición por buscar lugares donde anidar ocultos y menos expuestos a inclemencias meteorológicas, las han llevado a asentarse en ventanas, aleros de tejados, etc.
Alimentación de la avispa alfarera
Las larvas de avispa terrera se alimentan principalmente de orugas de distintas especies, algunos pequeños escarabajos, pero sobretodo, motivo por el que son muy apreciadas, de arañas. La avispa alfarera es un control biológico muy efectivo contra los arácnidos, aunque únicamente en su fase de larva.
En cambio, los adultos de avispa alfarera consumen néctar, por lo que contribuyen en cierta manera a la polinización de algunas especies. El consumo de esta sustancia, cuyo contenido en azúcar es elevado, les permite realizar vuelos de mayor duración. Esto ha supuesto que en algunas especies cuentan con una lengua para libar las flores con una longitud entorno a los 4 milímetros. Eso sí, nunca por delante de la Apis melífera, cuya lengua suele medir entre 6,3 y 6,6 milímetros.
El acarinario en las avispas terreras
Existen algunas especies de esta subfamilia que cuentan con un órgano realmente curioso: el acarinario. Esta cavidad, presente únicamente en el cuerpo de la hembra, está pensada para albergar ciertos ácaros.
El motivo por el que es exclusivo de las hembras tiene que ver con la elaboración de los nidos. Se cree que dichos ácaros pueden resultar beneficiosos para las avispas ya que se alimentarían de otros parásitos que habitan en los nidos. Los ácaros, que son transportados por la hembra al interior de estos, se encargarían de eliminar otros ácaros o parásitos, protegiendo así a las larvas.
Sin embargo, a día de hoy, todavía no se tiene la certeza absoluta por la que sucede esto ni está plenamente confirmada la simbiosis entre ambas especies.