El arraclán o Frangula alnus, como también es conocido, es un arbusto de gran tamaño presente en los continentes europeo y asiático. Podemos encontrarlo también de forma más localizada en el norte de África, así como en Norteamérica, donde se ha naturalizado.
Debido al parecido fonéticamente con el alacrán, es habitual que se confunda el término y se acabe denominando al escorpión como arraclán en algunos lugares de España. Sin embargo, el auténtico arraclán es el arbusto caducifolio.
Características del arraclán
Este tipo de arbusto tiene unas ramas erguidas que carecen de espinas, al igual que ocurre en algunas otras especies.
Su corteza presenta unas curiosas manchas denominadas lenticelas. Estas marcas se presentan como pequeñas hendiduras, cuya función principal es la de permitir el pase del aire y efectuar el intercambio gaseoso. Estas lenticelas son en realidad porciones de la peridermis de las plantas especializadas. La presencia de estas marchas o hendiduras tiene su explicación en la peridermis de las plantas afectadas, ya que está compuesta por células súper impermeables. Por lo que, de no existir las lenticelas, la planta no sería capaz de realizar el intercambio de gases con la atmósfera.
Las hojas del arraclán son caducas, ovales y pecioladas, similares a las del cerezo, aunque sin el filo serrado. Las flores, hermafroditas y de cinco pétalos, suelen ser de color blanco o verdoso. Esto contrasta con el color rojo brillante de sus frutos, que toman esa tonalidad cuando han madurado.
Propiedades de Frangula alnus
Esta variedad de planta ha sido muy empleada desde hace años por sus propiedades medicinales. La medicina antigua siempre se ha valido de los recursos naturales disponibles como la viborera, el matalauva o el tomillo borriquero.
En el caso del arraclán, su prestigio le viene dado por ser considerado un excelente laxante. Su efectividad es indudable, pero sin duda lo que más destaca es su bajo índice de efectos secundarios. Aunque posee una capacidad purgante demostrada, Frangula alnus no provoca descomposición o retortijones, lo que conlleva que no provoque una pérdida innecesaria de sales minerales, como el potasio, en las deposiciones.
Además de purgante, el arraclán funciona muy bien como diurético. Tiene una propiedad colagoga, es decir, que facilita la expulsión de la bilis que se encuentra retenida en la vesícula biliar. El consumo de la corteza del arraclán favorece el buen funcionamiento del hígado.
De manera similar a lo que sucede con la zarzamora, el arraclán está indicado para ayudar a cicatrizar pequeñas heridas.
Sin embargo, debemos tener cuidado con sus frutos. Si los ingerimos, estos nos provocarán cólicos abdominales, acompañados de episodios de dolor agudo, vómitos, diarreas, problemas con los riñones e, incluso, problemas para respirar. Depende de la cantidad ingerida, las consecuencias pueden resultar fatales. Lo mismo sucede con los tallos y las hojas, si los consumimos frescos sin haberlos desecado previamente.
Usos del arraclán
Sabemos que la Frangula alnus ha sido y es muy utilizada en medicina tradicional por sus propiedades. Pero este no es su único uso, ya que estamos ante una planta muy completa a todos los niveles.
Por un lado, tanto su corteza como los frutos son empleados como tintes naturales. El primero de ellos para lograr un color rojo intenso y los segundos para dar un tono verde.
Respecto a su madera, lo cierto es que el arraclán destaca por ser empleada para fabricar pequeñas herramientas o mangos. Pero no sólo eso, además esta planta sirve para producir carbón vegetal fino, muy empleado en la fabricación de pólvora.
Sus ramas también son muy aclamadas para la elaboración de cestas y tutores que sirven de guía a otras plantas.
Finalmente, como sucede con muchas otras plantas (por ejemplo, la hiedra), el arraclán es un árbol considerado ornamental. La belleza de sus flores y frutos lo convierten en una gran opción para decorar jardines.
Cultivo de Frangula alnus
El arraclán es una planta que necesita mucha luminosidad pero que no debe recibir sol directo. El suelo debe ser más bien ácido, fértil y con un alto grado de drenaje, ya que no soporta los encharcamientos. A pesar de tener unas necesidades hídricas algo elevadas, sobretodo en verano, es importante dar con el equilibrio óptimo para su riego. Esto dependerá en gran medida de las condiciones meteorológicas de la zona en la que se encuentre. Exista una gran diferencia entre un arraclán ubicado en la zona cantábrica y uno localizado en la zona de Andalucía.
La poda debe realizarse a finales de otoño o principios de inviernos, para aprovechar el periodo de bajo crecimiento del árbol. El arraclán tiene una gran fortaleza y es capaz de soportar temperaturas de hasta -18ºC.
El Frangula alnus florece durante los meses de abril a julio; sus frutos maduran a partir del mes de agosto. Existe una especie de mariposa, llamada comúnmente limonera y Gonepteryx rhamni por su nombre científico, que se alimenta de las hojas del arraclán en fase larvaria.