La mosca blanca o aleuródido es un insecto perteneciente a la familia de los Aleyrodidae. Este pequeño insecto homóptero puede llegar a causar graves daños en los cultivos, por lo que son considerados como una plaga en la agricultura.
Dentro de esta familia existen una gran variedad de especies de mosca blanca. De hecho, oficialmente se han reconocido 1.556 especies. La mayoría de ellas se alimentan de plantas, por lo que cada especie suele ser específica de un tipo de cultivo.
Características de la mosca blanca
En su fase adulta, la mosca blanca suele medir entre 1 y 1,5 mm de largo. Su cuerpo de color amarillo pálido cuenta con dos pares de alas blancas. Este homóptero tiene un aparato bucal de tipo picador-chupador que le permite succionar la savia de las plantas de las que se alimenta. Además, su cuerpo está dividido en tres regiones (cabeza, tórax y abdomen) y, al igual que todos los miembros de esta clase de insectos, cuenta con tres pares de patas.
La mosca blanca, como ocurre con los pulgones o la cochinilla algodonosa, es difícil de erradicar por su predilección para situarse en el envés de las hojas. Entre otros motivos, esto se debe a la mayor porosidad de las hojas por el lado interno, lo que le facilita la absorción de los azúcares y nutrientes de la planta.
En cuanto a su esperanza de vida, esta está directamente vinculada a las temperaturas. En el caso de las hembras, cuya longevidad es superior a la de los machos, su esperanza de vida puede alcanzar desde los 14,5 días a los 55,3 días. Los machos, en cambio, apenas alcanzan los 6,4 días, pudiendo extenderse hasta los 34 días. El rango de temperaturas óptimas varía desde los 12,7º C a los 26,5º C.
Ciclo vital de los aleuródidos
Este insecto, como prácticamente la mayoría de todos ellos, atraviesa tres etapas: huevo, ninfa y adulto.
Huevo: estos son depositados en el envés de las hojas. Gracias al pedicelo, que poseen, pueden ser adheridos a las hojas. Las hembras utilizan el ovipositor, u órgano para la expulsión de los huevos, para cortar el tejido vegetal. Este contacto directo con las hojas, permite a los huevos seguir nutriéndose durante esta fase. La temperatura es un factor determinante en la eclosión de los huevos.
Ninfa: durante esta fase, la mosca blanca atraviese a su vez cuatro subestados. En este primer estadio, la mosca blanca todavía posee movilidad, lo que le permite desplazarse por la hoja hasta fijarse en un punto concreto y pasar al siguiente estado. Los otros tres subestados son sésiles, lo que significa que carecen de la capacidad para desplazarse. El cuarto estadio, conocido habitualmente como “pupa”, no es considerado estrictamente como tal, ya que posee una metamorfosis simple a diferencia de otros insectos como la mariposa de la muerte o el escarabajo de la colmena.
De este último estado emerge finalmente el ejemplar adulto de una abertura en forma de “T”. Normalmente, esto sucede durante las primeras horas de la mañana.
Adulto: esta es la última fase de crecimiento de la mosca blanca. Durante este estadio los ejemplares adultos realizarán una cópula que, en ocasiones podrá ser múltiple, durante dos a cuatro minutos. Aquellas hembras fecundadas pondrán huevos tanto de machos como de hembras; mientras que las hembras no fecundadas tan sólo pondrán huevos hembra.
Síntomas y riesgos de la mosca blanca
Esta familia de insectos supone una gran amenaza para la agricultura de todo el mundo. La presencia de mosca blanca en plantas es considerada una plaga y es capaz de diezmar los campos de cultivos de infinidad de frutales u hortalizas.
Debido a que las larvas de mosca blanca requieren una gran cantidad de proteína para desarrollarse, consumen una gran cantidad de savia de las plantas. Este exceso de azúcares es segregado en forma de “melaza”. Esto se traduce en dos impactos diferentes:
– Si la población es muy grande, ese consumo de savia puede llegar a afectar seriamente al desarrollo de la planta en cuestión. Las hojas pueden llegar a caerse (defoliación), lo mismo ocurriría con los frutos y se produciría una disminución de la cosecha.
– Por otro lado, la melaza producida tiene la capacidad de atraer a otros insectos, como las hormigas, además de la suciedad que queda adherida a la planta por la textura pegajosa de esta sustancia. Todo ello es el caldo de cultivo perfecto para la aparición de otras enfermedades u hongos.
– Las larvas, por su parte, inyectan a la planta unas enzimas que alteran la fisiología de la planta. Lo que se traduce en maduración irregular de los frutos, amarilleo de las hojas o la malformación de frutos.
Cómo eliminar la mosca blanca
Existen multitud de insecticidas indicados para eliminar la mosca blanca. Sin embargo, únicamente nos referiremos a aquellos métodos ecológicos que reduzcan el impacto en nuestros cultivos.
Jabón potásico: utilizado también contra la araña roja y la cochinilla, el jabón diluido en agua asfixia a estos pequeños insectos.
Aceite de Neem o Nim: este aceite esencial se aplica también diluido en agua. Habitualmente es aplicado de manera conjunta con el jabón potásico para asegurar su efectividad.
Insecticida apichi: es un preparado a base de guindilla, ajo y pimienta negra en grano, con una base de alcohol de 96º.
Otra solución complementaria a las ya mencionadas es el empleo de albahaca como repelente de mosca blanca.
Por último, otro gran sistema de control lo constituye el control biológico mediante el empleo de depredadores naturales tales como Amblyseius Swirskii, Eretmocerus mundus, Eretmocerus eremicus, Encarsia Formosa, Macrolophus caliginosus y Nesidiocoris tenuis, entre otros.
Para prevenir su aparición recomendamos seguir los siguientes consejos:
– Regar en la cantidad justa, evitando encharcamientos.
– Eliminar las malas hierbas y restos de plantas o frutos para impedir la descomposición, que suele atraer este tipo de plagas.
– Impedir o tratar la aparición de hormigas, ya que estas protegen a la mosca blanca.
– Contar en tu cultivo con una gran población de mariquitas u otros depredadores naturales puede mantener a raya la aparición de mosca blanca.