La dextrosa, habitualmente llamada glucosa, es un azúcar simple muy abundante en la naturaleza. Esta sustancia forma parte, por ejemplo, de la composición de la miel.
El término dextrosa se utiliza para denominar curiosamente a la glucosa, concretamente a la D-glucosa. Aunque es algo complejo, la explicación reside en la formulación. Para entenderlo debemos partir de qué es la dextrosa y cuántos tipos de glucosa existen.
Tipos de glucosa
La formulación química de la glucosa es C6H12O6. Pues bien, esta molécula con seis átomos de carbono posee dos formas distintas: glucosa D y glucosa L. Las letras L y D hacen referencia a la desviación que hacen de la luz polarizada. Si se desvía hacia la derecha, se le asigna el prefijo “dextro” y si lo hacen hacia la izquierda, se les añade el prefijo “levo”. Por tanto, podríamos decir que la dextrosa no es más que una forma de la glucosa.
Como decíamos, la dextrosa es un azúcar simple que nos proporciona 4kcal por cada gramo. De hecho, la glucosa es la fuente principal de energía de nuestro organismo. La utilizan todos nuestros órganos, incluidos nuestros músculos. Gracias a que es una molécula extremadamente simple es absorbida de forma casi inmediata por nuestro cuerpo.
Normalmente, la dextrosa se une a otros monosacáridos como la fructosa u otras moléculas de glucosa para formar la sacarosa o el almidón.
Dextrosa en la industria alimentaria
Aunque la dextrosa está presente de forma natural en muchos de los alimentos que consumimos, como es el caso de la miel, lo cierto es que también es muy utilizada en la industria alimentaria. Esta molécula es empleada como edulcorante para muchos productos dulces, pero también como texturizante, conservante y potenciador del sabor. Es tal su utilidad que juega un papel importante en el proceso de elaboración (fermentación) de la cerveza. Esto se debe a que la dextrosa es un potente activador bacteriano, pero de las bacterias buenas, eso sí.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud recomienda que su consumo diario no supere los 20-25 gramos y no suponga más del 5% de las calorías de nuestra dieta. Hay que tener en cuenta que la dextrosa no deja de ser un azúcar libre del que no debemos abusar.
Dextrosa en el deporte
Esta glucosa tiene una gran acogida en el mundo del deporte por su gran capacidad para aportarnos energía de manera rápida. Cuando practicamos ejercicio, nuestros músculos obtienen glucosa de nuestros depósitos de glucógeno y de la glucosa plasmática. Según vamos perdiendo la glucosa acumulada y nuestras reservas se agotan aparece la temida fatiga. Sin embargo, si consumimos glucosa durante la práctica de ejercicio podremos mantener el nivel durante más tiempo.
Si además tenemos en cuenta que nuestro cerebro se alimenta casi en exclusiva de glucosa, cuando los niveles bajan considerablemente, pueden aparecer síntomas como palpitaciones, mareos o nauseas.
Lógicamente, si consumimos dextrosa después del ejercicio ayudaremos a nuestro organismo a recuperar los depósitos musculares y hepáticos de glucógeno. Para que te puedas hacer una idea, estos depósitos suelen vaciarse por completo transcurridos 90 o 120 minutos de ejercicio intenso. Consumir glucosa en las primeras horas después de hacer ejercicio supone una resíntesis del glucógeno más rápida. Esto se debe a que las proteínas encargadas de transportar la glucosa están más activas por el ejercicio.
La dextrosa en la industria médica
Por si no lo sabías, la dextrosa es utilizada de manera habitual como inyectable para aumentar de manera rápida los niveles de azúcar en sangre. Pero esa no es su única aplicación.
La proloterapia es un tratamiento médico que consiste en inyectar dextrosa en la unión de ligamentos y tendones al hueso. Esta técnica está indicada para recuperar lesiones que afecten a los ligamentos, los tendones e incluso las articulaciones. El motivo se debe a que la glucosa tiene la capacidad de generar una respuesta inflamatoria local con activación de los fibroplastos. Estas células se encargan de regenerar tejido conectivo, lo que consigue una reparación natural del cuerpo.
Riesgos y contraindicaciones de la glucosa
Lógicamente, como cualquier alimento o sustancia, consumida de manera excesiva puede provocarnos serios problemas de salud. De manera inmediata, los síntomas que sufriremos en caso de un consumo demasiado rápido o excesivo son vómitos, molestias estomacales o mareos.
Si ese consumo se alarga en el tiempo podríamos llegar a desarrollar enfermedades graves como:
- Problemas de adicción: aportar de manera rápida y fácil a nuestro organismo las dosis necesarias de azúcar, hace que este termine por dejar de obtenerlo de forma más lenta por otros medios (hidratos de carbono más complejos).
- Obesidad: debido a la ingesta calórica elevada.
- Diabetes tipo 2: por los altos niveles de azúcar en sangre.
- Problemas cardiovasculares
- Lesiones cerebrales
- Aumento de probabilidades de desarrollar algunos tipos de cáncer.
Las personas diabéticas deben evitar todo lo posible el consumo de dextrosa, ya que se trata de una sustancia con un índice glucémico del 100%. Su absorción por nuestros intestinos es muy rápida, lo que provoca también un aumento rápido del azúcar en sangre. Esto puede comprometer la salud de las personas que sufran esta enfermedad.