Las gramíneas son una familia de plantas, en su mayoría herbáceas, al que pertenecen más de 820 géneros y unas 12.100 especies. Esto las convierte en la cuarta familia más numerosa por detrás de las asteráceas o compuestas, las orquídeas y las leguminosas.
En cambio, la familia de las gramíneas es la más importante en la economía mundial debido a su alto nivel de consumo tanto en animales como en humanos.
¿Qué son las gramíneas?
Esta gran familia de plantas está formada por algunas especies muy conocidas como el trigo, la cebada, el arroz o el maíz. De hecho, la gran mayoría de las gramíneas las consumimos de forma directa los humanos en forma de cereales y derivados. Pero también de forma indirecta a través del ganado que es alimentado con pastos de esas especies.
El nivel de adaptación de las gramíneas es realmente sorprendente. Han logrado ocupar todo tipo de zonas y climatologías; desde zonas desérticas hasta ecosistemas de aguas saladas. Esta facilidad para lograr su expansión en cualquier climatología o condiciones geográficas las ha posicionado como una de las familias de plantas con mayor riqueza biológica.
Características de las gramíneas
Lógicamente al ser tantas y tan variadas las especies que forman la familia de las gramíneas, sus rasgos característicos también lo son. Aunque por lo general podemos decir que se trata de hierbas que cuentan con tallos cilíndricos, comúnmente conocidos como cañas. Poseen hojas dispuestas de manera alterna que se componen de tres partes: vaina, lígula y limbo.
La primera de ellas es la parte que rodea todo el tallo, como una carcasa. La segunda es una especie de nudo membranoso que une el limbo con la vaina. Y el limbo es una extensión de la vaina que se asemejan a las hojas.
A diferencia de lo que ocurre con la hiedra o el cerezo silvestre, sus flores aparecen agrupadas en espiguillas. Esta inflorescencia consiste en una pequeña espiga formada por una o varias flores. Estas espiguillas a su vez se agrupan en inflorescencias compuestas de tipo racimoso, a veces espigas también. Es esta parte de las gramíneas y su famoso polen los responsables de las reacciones alérgicas.
Reproducción y polinización de las Poáceas
Todas las especies pertenecientes a esta familia botánica son hermafroditas, con polinización cruzada y anemófila.
Es decir que todas sus especies o, al menos, la mayoría de ellas, pueden desarrollar órganos reproductivos de ambos sexos. Esto les permiten autofecundarse a sí mismas sin necesidad de que intervenga otro individuo de sexo contrario. Aunque lo cierto es que la mayoría de las gramíneas poseen autoincompatibilidad, limitando mucho la autofecundación.
Por su parte, la polinización cruzada, también llamada alogamia, es un tipo de reproducción sexual que permite la fecundación entre individuos genéticamente diferentes. Una de las formas que existen para asegurar que la fecundación se produce entre dos ejemplares distintos suele ser la dioecia. Este mecanismo hace que los órganos femeninos y masculinos se den de forma separada en distintos individuos haciendo obligatoria esa polinización cruzada. Sin embargo, su presencia en las gramíneas se limita a tan sólo 18 especies.
Por último, las gramíneas son anemófilas, es decir, que son polinizadas por el viento. De hecho, se afirma que sólo un 30% de los cultivos agrícolas del mundo (frutas y hortalizas) son polinizados por insectos y otros animales.
Normalmente, las plantas que precisan del viento para transportar su polen no producen flores demasiado vistosas. Motivo por el que las abejas u otros polinizadores no reparan en ellas e intervienen poco o nada en su fecundación. Por esa misma razón tampoco poseen nectarios que sirvan de atrayente a esos polinizadores. Para combatir esa falta de ayuda, las gramíneas producen una cantidad masiva de polen para intentar garantizar un mayor porcentaje de éxito.
Alergia a las gramíneas
Sin ningún género de dudas, la alergia a las gramíneas es una de las más comunes y predominantes en España. Debido precisamente a esa gran variedad de especies que componen esta familia, no es de extrañar que sea la más famosa.
Aunque hay que decir que los cereales más conocidos como el trigo, el centeno o la avena, no suelen ser los causantes principales. El tamaño de su polen es mucho mayor que el de otras especies, por lo que se dificulta su transporte por el aire. En cambio, en el caso de las típicas “malas hierbas” o \»hierbajos\» que crecen a los lados de la carretera o en el césped, su polen al ser más pequeño y ligero es fácilmente transportado en grandes cantidades por el aire. Un grano de polen puede ser transportado por el viento a una distancia máxima de 1 o 2 km desde la planta origen.
Esta familia de plantas fueron las primeras en ser descritas como agente alérgeno. En 1873, Charles Blackley, a través de varios estudios, pudo afirmar que las gramíneas eran las responsables de la fiebre del heno. Aunque a día de hoy, se sabe que hay otras especies capaces de producir polinosis, las gramíneas siguen siendo el grupo mayoritario. Lo que no es difícil de suponer ya que suponen el 20% de la superficie vegetal de la Tierra.
En la zona seca continental y mediterránea de la península, una de las especies con mayor índice de polen y responsable de un gran número de alergias es el Trisetum paniceum o avena amarilla. Mientras que en la zona norte es el Phleum pratense o fleo.
La concentración de polen se considera que es elevada cuando está por encima de 50 granos por metro cúbico. Aunque la reacción alérgica producida varía mucho en función de distintos factores, entre ellos, la sensibilidad de la persona afectada.